Un hombre japonés logró el sueño de muchos por ahí, que su trabajo sea hacer nada. (Algo así)
Técnicamente, Shoji Morimoto, de 41 años, sí trabaja, solo que no es uno trabajo tradicional, pues él renta su tiempo.
“He estado en situaciones difíciles como estar parado en una fila bajo el solo, parado por horas en el frío, ir a fiestas con extraños, y estar parado en tarima haciendo nada mirando un gran público”, dijo en entrevista con CNBC Make It.
Morimoto renta su tiempo para hacer cosas desde lujas a cotidianas simplemente llega al lugar y “hace nada”. Aclaró que hace cualquier cosa que le pidas, excepto tener sexo. (Así que no inventen enfermitos)
Asimismo, el japonés, quien es padre de un niño de 7 años, sostuvo que no es terapista por lo que en sus encuentros no habla mucho, ni aconseja.
Morimoto contó que hubo una ocasión en la que un cliente lo contrató simplemente para llamarlo por video llamada mientras redecoraba y limpiaba. En otro instante, fue contratado para recibir corredores en un maratón.
“No importa cuanta cosa he pasado, sieto que es algo especial y que no me pasaría porque hago este trabajo, así que lo aprecio”, comentó.
Su contratación más larga fue de 17 horas para estar sentado desde por la mañana hasta por la tarde en un tren.
Morimoto compartió que no solo lo contratan personas que se sienten solas, si no que personas que también necesitan ayuda para socializar o pasar momentos difíciles.
Hubo un instante en el que una mujer lo contrató para que la acompañara a un café, no sentara con ella, pero estuviera cerca mientras ella le entregaba los papeles de divorcio a su esposo.
“Hay muchos momentos [favoritos] en este trabajo como recibir un mensaje de oferta, conocer a un cliente, acompañar a un cliente a un lugar desconocido, cuando escucho una historia, y me siento feliz en cada momento”, reflexionó.
Morimoto ganó el año pasado $80,000 cobrando desde $65 a $195 por sesiones de dos a tres horas. Sin embargo, esta intentando de implementar un nuevo metodo de dejar que sus clientes sean los que pongan el precio por sus servicios.
“Cobro un precio voluntario, no sé si será sostenible, pero me estoy divirtiendo”, expresó. “Simplemente quiero vivir la vida y disfrutarla”, añadió.